Hace 2.000 tenía su esplendor la civilización
romana.
Los niños y niñas de primero no recuerdan a aquellos Rómulo y Remo, que según
la leyenda fueron alimentados por la loba, ni tampoco a los plebeyos y los
patricios, sino más bien a los soldados romanos, los valientes centuriones que dirigían
las legiones romanas y que se encaminaban a conquistar la Galia para
ofrecérsela a su emperador y presentarse, orgullosos, ante el senado y el pueblo
romano.
Se
han estado entrenando en el circo romano, en el Coliseo de Roma, con los feroces
gladiadores y ahora les llega la hora de la verdad.
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